martes, 25 de enero de 2011

Hilo y aguja

"Sin tener en cuenta al diccionario ni sus acepciones, ni sinónimos, no he competido, compito, ni competiré si no es por el puro juego deportivo. En la vida solo lucho, ya que no es un juego y lo diferencio porque la lucha es por mi propia evolución, la competición es para darle satisfacción al contrario"
Sabiendo de antemano que había nacido en la época que no le correspondía, aprendía a sobrevivir en ella. Según sus tiempos y lo que le tocaba vivir, adaptando cada "readaptación", con cinco minutos de luto hubiese sido suficiente. Iba aguantando el chaparrón y el victimismo del contrario que más que buscar solución la esperaba caída del cielo.
Con cinco minutos hubiera cumplido lo establecido. El intento fue en vano, debía seguir el ritual, forzar la máquina del tiempo le habría pasado factura, aunque no pensaba seguir todo el proceso; en las grandes batallas había buscado y encontrado atajos. Permitió y aguantó que el veneno drenase segura de los pasos a seguir, esperó, unas veces con más paciencia que otras, exceso de voces que lloraban con penas excesivas interferían, aún así esperó...
Respiró profundamente, mirando desde el precipicio, esperando el vértigo que le haría reaccionar en el momento oportuno. Volvió a casa, observó la pantalla, la analizó en apenas décimas de segundo y dejó caer el peso en el mullido jergón.
Una semana de duelo baldío, cumplió el plazo suficiente. Abrió los ojos sin pesar y dirigiéndose al baño, desnuda, se plantó delante del espejo. Repasó su cuerpo y en él las cicatrices que recorrían cada parte de su vida, acariciándolas las releyó una a una, sonrió sin nostalgia y con orgullo. Girándose hacia el mostrador, enhebró la aguja con el hilo de oro, siempre a punto en su neceser de viaje por esos derroteros, poco a poco con pulso firme fue bordando el rasguño que emergía de su cicatriz anterior que no había vuelto a recordar hasta ese momento, no tardó, el propio roce había ido creando costra al cabo de los días, 1,2,3 puntadas, atrás y vuelta a empezar, suavecito que aún rasca y puede volver a sangrar. Quedaba el final, acabar de secar pero se atrevió, como otras tantas veces, a dejar el último punto sin cerrar, eso le daba camino a la esperanza y que el "librealbedrío" decidiese el final, sin moratorias eso ayudaba a fortalecer el espíritu...
Ya!... Se secó las gotas, sonrió, tomó su ducha de agua caliente donde entraba en paraísos particulares, se enfundó los tejanos de batalla el jersei que la envolvía y con dos rayas negras sobre los párpados decidió seguir en la paz sin lucha...  

Iuska 25 de gener, 2011